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Whatever

Date
Apr, 26, 2021

Yo tengo un archivo de recuerdos “random” que en ocasiones me surgen en la cabeza como una notificación de twitter (“ding”). Entre esas frases, momentos, situaciones y cantitos vergonzosos de mi existencia recuerdo el “te voy a lavar la boca con jabón” de mi mamá cuando llegó, como huracán categoría 5, mi época de actitud de nena grande. Yo siempre fui una viejita en un cuerpo de una nena joven, y aunque muchos adultos piensen que es una virtud, mi madurez, es un hechizo que me ha ganado pal’ de tapabocas.  

Hay un periodo de mi vida que mis papás llaman la época del “whatever.” 

“No te puedes poner eso para el casual day… Whatever”
“Estás con una actitud insoportable… Whatever” 
“No puedes salir al cine esta noche… What EVER” 

Y subían mis piececitos mullidos por las escaleras haciendo un escándalo para que se dieran cuenta de que estaba muy furiosa. El coraje maratónico terminaba con alguna puerta tirá, y un regaño más grande que el que iba a llegar antes del “whatever”. Lo que ocurre es, que en un punto de la vida esa salida ruda tiene una connotación muy negativa y una retrahíla de consecuencias que la persigue como soldados en marcha; pero vamos a ser muy honestos… Ahora en nuestra sabrosa adultez, hay cosas que merecen un whatever y un gran “fuck that” del “dedo malo. Estamos grandecitos y no estamos para perder el tiempo. 

En el día a día tenemos que aprender a discernir entre las cosas que realmente nos importan y nos pueden afectar a largo plazo, versus las situaciones en las cuales sabemos que nos estamos ahogando en un vaso de agua, y estamos haciendo un papelón. Y no sé si esto sea simplemente una excusa o una justificación rebuscada para mi actitud de pequeña, pero siento que, como un “boomerang,” las cosas que tiramos a la existencia en la juventud tienden a volver a nuestras a manos para regalarnos lecciones de vida.

Hay situaciones en las cuales tenemos que meter mano por más que no nos gusten las circunstancias, porque no tenemos el control o porque simplemente es mejor hacer lo que tenemos que hacer y bregar. Pero ven acá, hay actitudes y hay “issues” que simplemente tenemos que “pichar” por nuestra salud emocional, y para mantener el temple en los momentos de crisis. No importa la edad. No importan las circunstancias. Tú eres más importante que cualquier situación que amenace con quitarte tu paz. Ese es el momento de recurrir a tu niño interior y echar a un lado las consecuencias. Respira paz, y a lo que te quiere sacar de tu centro, tírale con todo: en esencia, un buen “whatever”.  

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