“Una vuelta más al sol”, “veintiuna primaveras”, “celebración de la vida” – todas las frases que usamos para evitar decir que es un año más y que nos estamos poniendo viejos. Desde que tengo recolección de tiempo, siempre recuerdo ser una gran celebradora de cumpleaños, porque además de ser, en teoría, solamente un año más y el tiempo es una construcción social, marca un pedacito de tu vida. Cuando tenía doce me operaron de corazón abierto, a los quince salí en mi primera cita, a los diecisiete me gradué de la escuela superior, a los veinte me mudé a Madrid. Secretamente llevamos el barómetro del tiempo en nuestra piel, nuestro pelo, nuestras arruguitas y líneas de expresión y yo pienso que eso es hermoso.
Para celebrar mis 21, me fui de jangueo con mis amigas más cercanas a darnos las copas en un rooftop conocido en Madrid, y a lo que es para mi de los días más importantes (el de celebrar que estoy viva) le quitaron la magia y las vibras que traigo a la mesa todos los años un nueve de enero con una simple oración: “Celebrar los 21 no es la gran cosa, a lo mejor es tiempo de tomar las cosas con más calma”. Lo lamentable es que por un momento lo consideré y me hicieron dudar de la importancia de una fecha tan importante para mi, por el simple hecho de que a alguien en mi círculo la han hecho sentir que la celebración es egocentrista y no es tan importante soplar las velas y abrir capítulo.
Les admito que una vez toqué los 20 me dio una leve histeria, porque por primera vez entendí por qué mis padres se quejan del dolor de espalda y de la rodilla y porque necesitan cafeína para funcionar, y por qué las cremas y pociones de anti-arrugas son un mercado multimillonario en el que yo voy a dejar mi inversión. Lo positivo es que estoy viva, y sigo evolucionando, lo negativo es que nos han hecho asociar el crecer y el evolucionar, con que es algo malo y tenemos que hacer algo en el reloj del tiempo para vernos más jóvenes y darle de codo a esa celebración de todos los años para que nadie sepa que cumpliste 365 días más.
Las celebraciones de vida son tanto más que solo recibir regalos, o un bizcochito y la fiesta, las flores, y los globos. Las celebraciones de vida son una señal de que todos tus peores días, tus malos momentos, las lágrimas, las noticias negativas han valido la pena para poder decir de que no importa lo que hayas pasado estas aquí, estas viva, y tienes una batería recargada para lo que vaya a traer el año que entra. Así que no puedes dejar que venga una persona cualquiera a decirte que lo celebras muy grande, o que brillas demasiado cuando celebras que eres mayor de lo que fuiste ayer, porque créelo o no – es un súper logro que simplemente estés aquí, cuándo no todos tienen el privilegio de estarlo.
Así que hoy te invito a la celebración, no la que solo se hace una vez al año sino la de todos los días. Celebremos cada línea de expresión, cada dolorcito de espalda por trabajar tan fuerte el día anterior, y sobre todo celebremos que se nos ha brindado la oportunidad de celebrar. No necesitas botellita de champán ni un party con gente que sientes que tienes que invitar por no quedar mal. Te necesitas a tí, y necesitas sobre todo esas ganas de ser una mejor persona que la que fuiste ayer, parte de la celebración es descubrir cómo, para que cuando llegue tu 9 de enero sepas que mereces el pastel.
