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Salsa en un teatro de Flamenco

· Porque somos demasiado grandes para una sala 100x35 ·

Date
Aug, 08, 2023

Muy pocas veces me puedo sentar frente a esta pantalla y despepitar párrafos, versos, palabras o citas con facilidad, como si se escribieran solas y yo fuese sólo su vehículo para que el resto del mundo las pueda leer. Pero muchas veces, más de las que quisiera, me siento aquí esperando a encontrar palabras, a aprenderme el abecedario, a contar sin los dedos y a escribir sin tener que estar particularmente desbordándome de emociones (que quien me conoce bien, sabe que suele ser cuando mejor escribo). Sin embargo, cuando estoy hecha una bola de emociones, lágrimas, cejas fruncidas, y puño cerrado, se me olvida que tengo el poder de la palabra, y un pobre teclado que cuando lo olvido me resiente, casi como me pasó este fin de semana…

Cuando me preguntan de dónde soy, contesto de forma jocosa pero con intención de esconder que es muy cierto, que soy del calentón, de la cuna del reggaeton, de Pe-fokin-Erre. Pero este fin de semana pasado, mis lagrimas se me adelantaron al chiste cuando la gente que bailaba en la calle en un festival en una plaza en el barrio de La Latina en Madrid – contestaron por mí. A veces siento que cuando me ocurre una situación así, que el tiempo se detiene a mirarme y pararme los pelos uno por uno, en cámara lenta, con la música de fondo, y “flashbacks” de mi niñez en color sepia. Entre el ruido, la gente empujando para moverse, el olor a cerveza y cigarrillo, ahí estaba yo: escuchando al Gran Combo en un callejón muy lejos de mi Puerto Rico, y me conviertí en mi “yo” de cinco años cuando me le paraba en los pies a mi papá cuando bailaba, o cuando escuchaba una canción en la radio, me sabía la letra y le pedía a mi mamá que me subiera el volumen.

Con los ojitos aguados, sin palabras, como si mi único vocabulario fuese la letra de la canción, y con una mano en el pecho como si escuchara el himno nacional, observaba como mi música, mis canciones de cuna, le movían los pies y las caderas a una gente que no se parece a mí, que no hablan como yo, ni saben que esta fue la música que me crió, la música que despidió el año conmigo, la música que me mueve las caderas y que me hace sudar la parte de abajo del pelo,  recordándome que mi pelo es rizo por la sal del Caribe. En mi cabeza era casi como si se iba escribiendo esta narrativa solita, sin lápiz ni teclado en frente, pero se me olvidó como hablar, como escribir, como verbalizar, cómo moverme. Lo único que yo sabía era la clave de la salsa, y que Puerto Rico es el país más grande del mundo.

1 Comment

  1. Reply

    Dafne Santiago

    August 9, 2023

    Somos grandes! Me paso lo mismo, cuando visite la tierra de mi esposo, hace 30 años, Perú. Aman al Gran Combo , Hector Lavoe , ect.

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