fbpx

Ayer, fui niña otra vez.

· Un viaje en el tiempo en el Disney Social Media Celebration ·

Date
Apr, 06, 2019

Diciembre 26, del 2010. Me monté en un avión, ya con mi suéter enganchado de mi brazo derecho, y un “turtleneck,” innecesario, pero perfecto para la moda y los 60 grados de frio olímpico que me esperaban en Orlando, Florida cortesía de un viaje sorpresa.  Emocionada, casi brincando en el asiento del avión, pero calmada por eso de no causar ansias ni turbulencia en la aeronave que me llevaba al mundo de mis sueños.  

Fast track al día de ayer. Un paso después de otro, caminaba por los pasillos amplios y elegantes del Condado Vanderbilt Hotel en San Juan, con mariposas en el estómago, ya que no sabía que esperar: Disney y yo no nos veíamos desde hace 9 años. Me puse el botón de “Disney Guest” con un resonante “Lola” que se mostraba con orgullo en la blusa blanca que portaba, y un aire de nostalgia me acaparó llevándome a Orlando por un milisegundo cuando me ponía un botón de “first time” en el anfitrión de madera, al cual no alcanzaba. Ayer, entregue mi “Business Card,” que pusieron en un bowl de cristal para entrar en un sorteo. Ese 2010, me entregaron un “Guest Assistance Card,” que llevaba el nombre que ahora me hace recordar tantos obstáculos, y con el cual me gané estar al frente en las filas y una larga lista de machinas en las cuales no me podía montar debido a mi condición cardiaca, el sorteo más aburrido de mi vida.  Vi como mi hermano se montaba en Tower of Terror, y Rocking Rollercoaster, y yo me paraba afuera para escuchar la música, meneando las caderas. Ayer mi bolígrafo danzaba por las páginas de mi libreta, escribiendo detalle por detalle meneando su tinta, con cadencia y miedo a que cambiaran al próximo “slide” de información valiosa, sin haber terminado mi oración.   

Full Circle: A blog 8 years in the making.

Desde ese 2010 no he vuelto a pisar Disney.  Aún cuando ahora tengo el consentimiento de mis doctores para aquellos “rides” que antes me hacían burla cuando los miraba de lejos, no sé por qué nuestros caminos no se habían vuelto a cruzar.

Ayer, toda una profesional, anotando, observando, escuchando. Mi vida paró, mis ojos se aguaron, al ver a la multitud en el salón pararse a homenajear a una pareja que entró por las puertas y causaron una epidemia de juventud en todos nosotros. Mickey y Minnie. Solté mi libreta, cerré mi bolígrafo, y abrí la boca en asombro. Mickey me saludó. Como si se hubiera acordado de mí, como un amigo viejo que vez y es como si nunca se hubieran separado. La misma sonrisa de 9 años que se me dibujó cuando Santa Clós me escribió en un papel de pergamino que iba a Disney World, la encontré ayer. De repente los tacones se convirtieron en tenis, el maquillaje se despintó de mi cara, mis espejuelos encontraron su camino por mi nariz, y las orejas de Mickey se elevaron a través de mi cabello, ahora planchado. Ayer me di cuenta de que, por más trabajo, más corpulencia, y aún con ese olor a adultez, Disney nunca falla en regalar ese pedazo de infancia del cual la vida se adueñó, y ayer se hizo muy evidente. Ayer fui niña otra vez. 

Leave a Comment

Related Posts